TORTURA.
Compañera, te apagas y te enciendes:
De tanta ligereza me recubro
que me filtro como aire por las materias sólidas.
Los párpados ignoran cómo abrirse,
al golpe soy retráctil
y el espejismo de una madre
llega a cuidarme las heridas
que me deja el verdugo.
De tanta ligereza,
que tiemblo de humildad en un rincón oscuro
que sueño con banquetes de ratones y arsénico,
y este equipaje de huesos parece
un hotel donde vegetan los días
revueltos avisperos del insomnio.
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